ADIOSES

No hay una despedida semejante a otra.
Las despedidas son mucho más que un adiós, son un hasta siempre o hasta nunca.
Porque pueden ser un quizás o un para siempre, un suspiro o un respiro.
Porque hay adioses que son tan sólo una espera y adioses para nunca regresar.
Desesperantes adioses, imperceptibles o intuitivos.
Algunas veces te despides con la razón a pesar de la resiliencia del corazón.
Otras son más querer que poder.
Y, de repente, a cada despedida le dibujas su cara, convirtiéndose en "mis adioses".
Algunas te roban una nostálgica sonrisa. Otras, un agónico recuerdo. Infinitas emociones para interminables separaciones. Ternura, impotencia, descanso, dolor, ansiedad, recuerdo, angustia, esperanza, alegría, desconcierto, eterrnidad.
Pero hay una despedida que supera a todas. La más dolorosa. Aquel de ida sin retorno.
El último adiós.
Agonía que se multiplica, al saber que pudo ser "un hasta luego", "un te espero" o "a tu vuelta, aquí estaré".
Cuando sabes que tus adioses y los suyos nunca se correspondieron y reconoces el silente y callado vacío de las despedidas, tan atronador que ensordece las lágrimas.
Es, en ese instante, cuando el dolor del adiós es tan trágico como inalterable.
Es, en ese instante, cuando prefieres llorar a un muerto que a un vivo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Las despedidas, los adioses... mejor un hasta luego siempre que la vida lo permita. Un saludo.
Historias entre Fogones ha dicho que…
Un saludo soldadito marinero.