Me gustaría regalarte el cielo y la tierra. Envolverlo con un lazo de papel de seda y guardarlo, junto con todos tus sueños e ilusiones, en una mágica cajita de cristal.
Me gustaría regalarte todos los mantos púrpuras de amapolas de cualquier mañana de primavera y el olor a jazmín y azahar de las tardes mediterráneas de verano.
Me gustaría regalarte toda una vida de prosperidad, amor, amistad. Hacer realidad ese viaje al país de nunca jamás donde todo puede ocurrir.
Regalarte un millón de sonrisas, emociones que empapen tus ojos de alegría. Llenar tu mundo de música, pasos de baile.
Me gustaría regalarte una lámpara con un genio de ojos verdes, pelo negro y acento extranjero.
Me gustaría alcanzarte la luna y 365 estrellas fugaces, con un deseo para cada día del año.
Me gustaría ser omnipresente y omnipotente para protegerte y mantenerte segura.
Pero tan solo soy yo, alguien que aprende cada día de sus imperfecciones y de tus aciertos, que se levanta sonriendo con tus insignificantes detalles que ayer me hicieron olvidar todo lo que no quiero recordar hoy.
Tan solo soy, ese alguien, que disfruta de tus escritos y aprende de tus discursos.
A la primera viajera, a esa cabeza pensante sobre unos hombros danzantes, lo único que puedo ofrecerte, allá lejos o aquí cerca, es un abrazo cuando estés triste, tonterías que te hagan sonreír, paseos y charlas, abrazos y manías, disculpas y promesas, conversaciones sin sentido y consejos a miles de kilómetros, renuncias, comprensión, aroma de un hogar que siempre será nuestro, miradas cómplices, tardes de pelis románticas y pañuelos para limpiar tus lágrimas.
Resumiendo, tan solo puedo regalarte ese amor incondicional de quien comparten entrañas.
Desde hoy, hasta el resto de mi vida, incluso mucho más allá, estaré donde tú quieras encontrarme, aunque no me busques.
Comentarios
Gracias.
Un saludo enorme.