No hay bien, ni mal que cien años dure y aquella noche que parecía no tener final, se perdía entre los primeros rayos de luz que anunciaban una mañana cálida de primavera.
La niña crecía entre oleadas de alegría e impotencia, de blancos y negros, de llantos y carcajadas, de inspiración y desatinos. Entre revoloteos de melodías y aromas de café, aquella niña de ojos grandes y cabeza pensativa, conformó un cuerpo tan precioso como su imaginación. Con cada intento, cada rechazo, cada varapalo, ella crecía haciéndose fuerte, más incluso de lo que ella veía cada vez que reflejaba su rostro en el espejo.
Llegaron los fantasmas del pasado, los miedos del futuro, las inseguridades del presente. Pero la niña, en lugar de soñar con príncipes, se dedicó a combatirlos. Así se convertía en mujer intuitiva, espantando aquello que la frenaba, congelando ironías, venganzas, vergüenzas, envidias y ansiedades.
Si algo le caracteriza es su sonrisa arrebatadora, sus andares de bailarina, su incondicional manera de expresar y de sentir, su facilidad de transmitir emociones y compartirlas. Si algo la caracteriza es su manera de vivir y entender la vida, de amar con una intensidad extrema y de querer dejar de sentir con igual entusiasmo. Su sino es aprender y caer, levantarse y sufrir y ganar y perder y gritar y escuchar y ayudar y entregar y esperar lo inesperado.
Todo aquello que la define es la proposición más indecente; soñar cada día e imaginar su vida alejando recuerdos de claros y sombras.
Su vida es un proceso interminable de sentimientos encontrados, de letras, frases y pensamientos que una vez transcritos son castillos de esperanza.
Veintitrés vamos y viene.
Veintitrés relatos y escribe.
Veintitrés lecturas e inventa.
Veintitrés bajadas al infierno y veintidós subidas al paraíso. El rojo y el blanco.
Veintitrés sueños y ninguna pesadilla. Imaginación e inspiración.
Veintitrés adioses y veintidós te quiero. Ayer y mañana.
Veintitrés años y universos de arco iris, donde sonreír, donde desear, donde crecer y realizar……
Todo, hasta conseguir el infinito, sin dejar escapar cada pequeño instante que cambie lo ordinario en lo más extraordinario.
Comentarios
Lo contrario es imposible. ¡Vaya hija!
Un abrazo.
Cuídate.