UNA BIENVENIDA



Época de buenas acciones, momentos para disfrutar, instantes arropados de emoción. Deseos y peticiones, un inmenso árbol con sus luces de colores y la luminosa estrella que te guía hacia un mundo mejor.
Sí, llegaba la época del año en la que preparaba todo su entorno para recrear hogar, calidez, unidad. Olores a incienso y lavanda, música cálida y armoniosa, centros de flores rojas, velas en equilibrio con el ambiente. Cada pequeño detalle estaba estratégicamente pensado y elaborado para que todos los suyos, que aquella noche se reunían alrededor de su mesa, fueran felices.
El último toque era la tarjeta personal e intransferible dirigida a cada miembro de su familia junto a su regalo que abrirían al final de la velada.
Las semanas previas, ella disfrutó imaginando cómo sorprender un año más con sus relatos especiales, su intransferible felicitación, su especial deseo para el año que comienza. Sintió una inmensa satisfacción al localizar el objeto que nunca encontraría en los grandes centros comerciales, eran piezas únicas esperando a ser rescatadas en el lugar más recóndito, en una esquina desapercibida, en ese escaparate poco iluminado. Aquellas compras eran su excusa para perderse por calles sinuosas, desconocidas e imaginarse las vidas de sus gentes. Y una vez que encontraba la originalidad que nunca buscaba, sentía tranquilidad, confianza en que, ese paquete pequeño o grande, no podía tener otro dueño que él o ella, siempre personal, siempre intransferible.
Llegaba la noche más esperada, cada uno de ellos apreciaba el esfuerzo y se emocionaba con su nuevo y sorprendente regalo, el que nunca esperaban pero que ansían descubrir entre papel de seda y celofán plateado. Sus caras de sorpresa, la melodía del celofán destripando su singular interior, sus abrazos y su algarabía era la máxima recompensa a su esfuerzo.
La noche se acaba entre cariñosas despedidas a pequeños y a mayores. Con la última salida y la última luz apagada, ella anhela el sosiego del silencio, percibe los ecos de las risas, y es entonces cuando siente el inmenso vacío.
Pero esta vez, no hace desaparecer esos pensamientos con ruidos de vajillas y cristales. Se pregunta la causa de su tristeza, de su vacío.
Tenía todo lo que cualquier persona pudiera desear, familia, amigos, posición, reconocimiento, felicidad.....
Pero ¿Cómo puede ser feliz quién solo sabe hacer felices a otros? Siempre tan preocupada por descubrir la risa del hijo, la caricia del padre, el reconocimiento del amigo, la caricia del amante que olvidó reconocer sus propias necesidades.
Su deseo, se repetía cada año; "Tan solo necesito ser feliz, reír a carcajadas". Pero cómo llegar a obtener el más preciado de los deseos, si no sabía qué le hacía feliz realmente.
Cada final de año - no recordaba desde hacía cuánto - sentía la misma sensación de no existir, esa impotencia, una inexplicable necesidad de huir, de desinflar el globo tan cargado de normas, tan exento de verdades.
Tanto tiempo aparentando reír que olvidó la sensación de ser feliz, no sabía cómo podría reconocerla cuando se presentara. Pensó que nunca recorrió singulares calles, ni entrado en tiendas asombrosas buscando su detalle especial, ni siquiera recordaba añorar algún objeto para ella misma. En tantos años, no codició ninguno de esos caprichos, nunca.
Se sirvió su primer Gin Tonic en solitario, cerró los ojos y nada. No había sentimientos, ni anhelos, ni deseos propios. Estaba vacía. Este fue su primera y personal emoción, angustia, ingravidez.
¿Quién era en realidad? No era nada, ni nadie. Tan solo la hija de..., la mujer de...,la madre de......
Estaba totalmente perdida en la inmensidad de una vida fabricada a medida, era como un escaparate sin fondo, donde te invitan a comprar todo lo que no necesitas, a ser la princesa del cuento, la torre en el tablero o la marioneta de movimientos estáticos y programados.
Del copioso repertorio musical, eligió el CD más escondido, el casi nunca oído. No encendió ninguna vela, tan solo el destello de la chimenea extinguiéndose, como la noche. Se sirvió el segundo Gin Tonic de su vida sin más compañía que su ser. Intentó reconocerse, cerró los ojos y tan solo intuyó aquel momento, percibió sus pensamientos y comenzó a escuchar sus presentimientos, sus más recónditos deseos.
Fue el inicio de una nueva amistad consigo misma, el reconocimiento de no saber qué futuro le esperaba. Fue su bienvenida a una nueva dimensión, la más etérea, la más cercana, la desconocida. Ahora o nunca, era el momento de finalizar una rutina para enfrentarse a su risa, a su amargura, al conocimiento de vivir sinceramente, tal como era.
Y con el alba, por primera vez, abrazó su vida y sonrió de felicidad.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola

Me llamo Alejandra y soy administradora de un directorio web/blog y me ha gustado mucho su sitio.

Me gustaría contar con su sitio en mi directorio, a cambio solo pido un pequeño enlace a mi página de películas, ¿Qué le parece la idea?

Mi correo es: ale.villar@hotmail.com

Un beso! y SueRte con su BloG!
Tropiezos y trapecios ha dicho que…
Ciertamente es muy díficil ser feliz cuando te empeñas en hacer felices a los demás y descuidas a uno mismo. Porque siempre se esperan detalles que los demás no tienen hacia uno mismo...

Supongo que lo importante es estar en paz con uno mismo. Si conseguimos hacernos felices a nosotros mismos. ¿Qué no conseguiremos después?.

Un abrazo grande

Oski.
Historias entre Fogones ha dicho que…
¡¡FELIZ NAVIDAD!!! porque estos días sí me hacen feliz.
un beso para todos
ElenarTe ha dicho que…
¿Cómo podía ser feliz si lo único que sabía era hacer feliz al resto? Yo también he sentido ese vació entre tantas risas. Aún teniendo todo siemprefalta algo, y ese algo es lo más insignificante, pero nos deja con la sonrisa truncada.
Ese debe ser el propósito de año nuevo. Hacer feliz a una misma. :)

Un abrazo ernorme y gracias por tu comentario, de verdad.