LA FUERZA DEL CARIÑO


LA FUERZA DEL CARIÑO

Se despertó sobresaltado, como si una piedra le oprimiera la boca del estómago. Sintió escalofríos y se acurrucó en su cama, fría y solitaria como él.
A través del ventanal, vislumbraba una luna llena entre las ramas más altas del viejo sauce. Incluso el nombre del inmenso árbol formaba parte de su desgracia.
El sauce llorón, con sus ramas alicaídas, desganadas, sin fuerzas para erguirse hacia el cielo, era una estampa de todos los acontecimientos sufridos esos últimos meses.
Estaba desbordado por la impotencia, agotado de tantos lamentos, incapaz de evitar el llanto. Apretó con sus manos las sienes para expulsar todos aquellos recuerdos, cerró los ojos. Intentó vaciar sus pensamientos,deshacerse de ellos como quien se despoja de un abrigo ajado y roto. Tenía que encontrar una salida pronto o su vida se marchitaría sin remedio.
Entonces fue cuando escuchó aquella melodía, suave, penetrante. Sentado en su cama, agudizó sus sentidos. Las ramas del viejo sauce se balanceaban sobre su férreo tronco, sus extremos intentaba estilizarse, como tocando las estrellas. Extendió su mirada al cielo y probó visualizar aquella luz blanca mucho más allá de su mente. Percibió su respiración, primero de una manera pausada, sintió los latidos del corazón cada vez más acompasados, escuchó el aire entrando y saliendo de su cuerpo. Las lágrimas, descendiendo por sus mejillas, como gotas de rocío, empezaron a congelarse al tiempo que su aliento se volvía denso, helado. Tenía la sensación de ser etéreo, tan ligero que se volatilizó. Tan solo intuía su cuerpo. Percibía su respiración, metódicamente acompasada, cada vez más intensa hasta convertirse en un estruendoso sonido de cascadas. Era la gota de rocío que escapó de su mejilla gélida para filtrarse entre aquellas infinitas gotas y saltar al vacío sin miedo a romperse.
Ahora su inmensa fuerza palpitaba en las invisibles entrañas de todo su ser. Conectado con el centro de la tierra y todos sus seres microscópicos, se propulsaba a la constelación más alejada, a un macrouniverso de colores infinitos, deslumbrantes. En su caída libre vivió la inmensidad de formar parte de un todo. Sin extremos, ni límites. Exclusivamente luz, sin tinieblas. En ese instante, en una milésima de segundo comprendió la inmensidad del que regala lo intangible, conoció el valor de la paz, supo que no hay daños colaterales, tan solo autocompasión. Rompió la cadena que le anclaba a un destino que no le correspondía, equilibró su flujo natural y aceptó el más preciado de los tesoros. Extendió su alma y se transformó en energía............


Se despertó sobresaltado. El sauce llorón se mecía al compás del viento. La luna llena iluminaba la habitación con sus destellos plateados. Solo, en la cama, intentó levantarse pero su cuerpo no le respondía, palpó su cabeza y no la encontró, buscó sus manos pero no estaban. Escuchó de nuevo aquella melodía. No era una melodía, era un sollozo, muy apagado, atormentado y fue entonces cuando percibió su olor, vio sus manos, reconoció su cuerpo y sintió su abrazo. Pero abrazaba una almohada vacía, acariciaba unas sábanas deshabitadas, se empapaba con sus lágrimas ahogadas.
De repente recobró escenas, imágenes. Aquel terrible dolor de cabeza, el ruido del parabrisas abriéndose paso entre miles de gotas de lluvia que no le permitían ver más allá del capó. Sintió sus pupilas dilatadas intentando visualizar la carretera, advirtió su respiración fuerte, sus manos oprimiendo el volante, concentrado en lo que vislumbraría tras la densa niebla. Y aquella luz cegadora apareció del vacío, como salida de las tinieblas. Sin previo aviso escuchó la bocina ensordecedora, siguió el chirrido de las ruedas y aquella presión de cristales rotos en su cara y en su cuerpo.
Sobresaltado reconoció su auténtico ser. Su esencia, camuflada en su aliento glacial, expulsado de aquellos labios carnosos y perfectos que tantas veces besó. Intentó abrazarla como lo hacía durante interminables noches de amor. Percibió su soledad y sus miedos, pero ella no podía oír su voz, ni sentir el calor de sus abrazos, ni la pasión de su entrega. Cómo decirla que todas aquellas sensaciones le ayudaron a volar, a encontrar la luz, cómo expresar la gratitud, la esperanza. En ese instante, la luna se coló en la habitación, penetró entre las sábanas y su áurea se reflejó en el espejo. Ella acarició su vientre abombado, turgente y sintió su energía, su presencia y supo que siempre permanecería en cada poro de su alma. Una sonrisa dibujó su cara, la esperanza se reflejó en sus ojos y esta vez él comprendió. Volvió a conectarse con la auténtica naturaleza de la tierra y las inmensidades de los cielos. Fue en ese instante cuando olvidó quien fue para sentir la fuerza de ese amor infinito. Y sintió la entrega de dar sin esperar recibir, aquella que le convirtió en un ser volátil e inmortal buceando en sus nuevas entrañas para volver a ser.

Comentarios

teresa ha dicho que…
ME ENCANTA ESTA ENTRADA,HACIA TIEMPO QUE NO ENTRABA EN TU BLOG Y VEO QUE ESTAS SEMBRA.
PASEANDO POR NUESTRA PLAYA ESTE DOMINGO,ES CURIOSO PERO AL VER EL MAR TAN VACIO DE GENTE,NOTE MAS TU AUSENCIA EN EL,TE IMAGINABA HACIENDO TUS PIRUETAS Y ME ENTRISTECI UN PELIN.
TU MAR ME DIO UN MENSAJITO...Y ME DIJO QUE TODOS LOS BUENOS PROPOSITOS Y TODA LA POSITIVIDAD QUE TU HABLASTE CON EL QUIERE QUE NO DUDES Y QUE CUANDO SUCEDA ESTO TE TRASLADES ALLI, EL TE ESTARA ESPERANDO.
UN BESOTE
TE QUIERO
Anónimo ha dicho que…
Me has hecho llorar.

Te quiero
Anónimo ha dicho que…
Me has estremecido una vez más por dentro amiga...de una manera que no puedo ni expresar :_) El relato es de una fragilidad y una profundidad exquisitas :) Mezcla perfecta de recuerdo, alegría y tristeza...BELLISIMO Ely...no esperaba menos...tu alma de luz siempre me desborda preciosa :) Un abrazo inmenso como la eternidad :)
Historias entre Fogones ha dicho que…
Me siento fenomenal, leyendo vuestros mensajes. Para Tí, mi Teresa, te echo mucho de menos, no te imaginas, necesito esa fuerza que tu me inspiras y qué envidia, no poder pasear contigo por nuestros lugares. y voy a seguir tus intuiciones, lo prometo. Para mi otra niña, te quiero mucho y tú sí me haces llorar cada día. y a Favole, ¿Qué decirte? para mí es muy importante tus palabras porque te admiro desde tú página y por supuesto a los trapecistas que sois una inspiración. Gracias de todo corazón. Os quiero.