UN ANIVERSARIO: 9 de Febrero del 2010

La última entrada tuya, Sandra, me hizo pensar en la importancia del paso del tiempo.
En lo subjetivo de esta dimensión.
Para un atleta olímpico que ha perdido la medalla de oro por una décima de segundo, esta infinitesimal medida, probablemente se convertirá en el instante más trascendental de toda su existencia.
O un minuto perdido que te conduce a ese preciso instante, ni una décima antes, ni después y te lleva hasta aquel momento único en el que el conductor de aquella furgoneta otea, en ese exacto segundo su móvil, derrapando irremediablemente,en tu curva, invadiendo la parte contraria, irrumpiendo tu espacio y acaparando aquel soplo de tu instante.
Cada medida de tiempo, cada segundo, minuto, cada hora de una existencia puede magnificarse y cambiar toda una vida, adquiriendo otro significado sin apenas percibir el momento en el que ocurrió.
Pero cuando pensamos en el tiempo como un todo, no como una percepción o un momento, no somos conscientes de cada pequeño instante que estamos perdiendo. Cuando no disfrutamos de todas las pequeñas cosas, cuando no nos alegramos de vivir acontecimientos comunes y no transmitimos sonrisas, ni entusiasmo en nuestro dia a dia, entonces simplemente transitamos por la vida sin pena ni gloria.
Este virus se contagia a través de los años de convivencia. Este germen, tiene la particularidad de permitirte recordar lo que pudiste haber hecho y nunca hiciste y te obliga a olvidar lo que habrías perdido de tomar otras decisiones, otro camino. Este microbio envejece contigo y fortalece el sentimiento de fracaso de lo que pudo ser y nunca fue y extravía tantos minutos especiales, semanas importantes, meses emotivos, todos esos años compartidos.
7.665 días, 1008 semanas y 252 meses son el cómputo general de mis últimos 21 años.
Y ahora, por primera vez en mucho tiempo, descanso un momento y entiendo que nada es tan fácil como parece, ni tan perfecto cómo se sueña. Todo lleva más tiempo del que pensamos, en cada día de los 7665 hubo muchos instantes, multitud de destellos, sonrisas, puestas de sol, maravillosas conversaciones, abrazos, un te necesito, un quizás , un por supuesto.
También en esas 1008 semanas, si existió la posibilidad de que se dieran un cúmulo de circunstancias para que las cosas salieran mal, con total seguridad ocurrió la peor de todas ellas.
En los 252 meses, hubo silencios, olvidos, errores y muchas equivocaciones, pero equivocarse es muy humano y echar la culpa de tus equivocaciones a la persona más cercana a tí es todavía mucho más humano.
Cada mes de los 252 vividos hemos adquirido años, arrugas, kilos, interrogantes, pero sobre todo experiencia y ésta te permite reconocer un error cuando lo cometes de nuevo. Donde hubo "un quiero", hubo también un "no puedo".
La conclusión es que los aniversarios no son una fecha, tampoco un día para recordar, es echar la vista atrás y comprender todo lo que has cargado a tus espaldas y en todo el lastre que has compartido, es la valentía de ver envejecer al jóven que amaste y en la creencia de que trás esos surcos en su cara y un cuerpo cuarteado por la monotonía, todavía reconoces esa mirada, esa sonrisa que te dice, a pesar de la rutina invariable que provoca el compartir 183.960 horas: Quiero estar justo donde estoy y aunque no existe una forma correcta de equivocarse, existe el acierto de compartir contigo los errores y la satisfacción de participar en nuestros buenos y malos recuerdos.
Ademas, si supiéramos siempre lo que debemos hacer, probablemente la vida sería muy aburrida. Siempre nos queda la esperanza de una nueva meta, de cumplir un nuevo sueño, de disfrutar de esta realidad, en fín, de vivir muchos otros años a tu lado para poder recordarlos.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Darte cuenta que has perdido el tiempo es una consecuencia y por lo tanto, aparece cuando ya ha pasado el momento. Si verdaderamente supiéramos que estamos desperdiciando nuestro "valioso" tiempo, haríamos algo para evitarlo, o quizás no. Pero en cualquier caso, sería muy diferente.

Nada es perfecto porque la vida no lo es, y como bien has dicho, si la vida fuera todo alegría y felicidad sería muy aburrida. Nunca nos caeríamos. Con lo genial que es caerse y luego levantarse y seguir caminando hacia delante.

21 años = un amor + 3 hijos + una familia

PD: Voy a denunciarte a copyright, plagiadora ¬¬
Historias entre Fogones ha dicho que…
es que me inspiraste, con tu entrada, ya te lo escribo al principio. Siento ser poco original pero como soy tu madre te aguantas. Jajajaja. TQ!