RECOMPENSA, PARA LOS VALIENTES.

La vida, a veces, es caprichosa y no quiere darte aquello por lo que tanto has luchado. Otras es envidiosa y a pesar de escalar hasta el volcán y encontrar, por fín, tu momento no acepta esa, tan disputada, felicidad. En algunas ocasiones nos acomoda una venda en el corazón impidiendo que las circunstancias o el momento sean los adecuados y en tantas, y tantas ocasiones, es cruel conduciéndonos por caminos paralelos, caminos ya pasados o todavía no aflorados, caminos superiores o inferiores, caminos circundantes o interiores, pero siempre constantes e infinitos, intuyéndose el uno al otro, sin alejarse ni acercarse. Manteniendo una distancia infinita y percibiendo el destello del camino.

Entonces surge la premonición, una corazonada, un presentimiento y te lanzas al vacío, rechazando el miedo a lo desconocido, esperanzado por el resultado de esta decisión.

El éxito, en cualquier ámbito de la vida, es intercambiar la seguridad de una vida monótona y aburrida por la incertidumbre de lo que se ignora. Es una habilidad exclusiva de los valientes que arriesgan, de los inconformistas que se adentran en mundos ocultos, de los que bucean a pulmón abierto sumergiéndose en insondables profundidades.

No todos los que buscan encuentran la salida. Muchos, la mayoría, se pierden en el camino, ahogándose en las dificultades. Pero aquellos que han arriesgado nunca serán perdedores, impulsivos de sangre caliente que siempre saltarán al vacío, imprudentes y temerarios con la convicción de que si otros osados lo han conseguido, ellos audaces, lo conseguirán también.
¿El secreto? Confianza en tus capacidades, Perseverancia en intentar no fracasar otra vez, Entereza para cambiar la rutina, Paciencia para llegar a la meta, el Sacrificio que supone saltarse las nomas y la fe en un futuro mejor.

Yo, desde este márgen del río, oscuro, brumoso, monótono, cobarde, animo al intrépido a cruzar a la otra orilla, le empujo a nadar contra corriente. Espero que cuando llegue al otro extremo, disfrute del placer que confiere la libertad de ser uno mismo, por encima de criterios preestablecidos, sin eufemismos, ni circunloquios, percibiendo un cielo limpio, azul, transparente que te autoriza a descubrir todo aquello que te conmueve, sin fingir ser quien nunca serás. Mientras tanto, continúo en el risco, observando y aguardando algún momento de menos crecida del río, confiando en reunir las agallas suficientes para saltar desde el escollo. Pero cierro los ojos y cuando los abro de nuevo, solo contemplo la noche cerrada, aunque se que no hay nada más poderoso que un corazón.

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