CANTO A LA ESPERANZA

Bendita aquella noche de verano, bendito esos ojos cautivadores, el encuentro de aquella risa excitante, la revelación de esos labios provocadores y el misterio en su mirada insoslayable.
Un solo instante en toda una vida, provoca una eternidad de encuentros y nuestros sentimientos escritos, detienen el tiempo hasta encontrarnos.
Fluye una cascada de sensaciones, impulsando el pálpito de dos corazones y nace un compromiso sin entrega, la rendición de la rebeldía y el triunfo de la valentía.
Valiente, el que lucha a pesar de perder tantas batallas, intrépido aquel que se enamora de lo que cree y el héroe, desde el cieno, levanta la mirada y es capaz de recuperar la fuerza de la esperanza.
Rebeldía es sentir tu propio pálpito, es ponerse el mundo por montera, es confiar en tus instintos, seguir tus impulsos, abrir puertas más amplias y cerrar aquellas tan oscuras.
No pretendo olvidar, solo recordar en la lejanía que sufrí por nada, admitir mis derrotas, aprender de mis fracasos y saborear cada momento dulce que la vida me regala. No desperdiciar esta caricia pensando si la tendré mañana. Abrazarnos en el camino a pesar de que el destino nos reunió en una encrucijada.
Ganas de verte, temor a perderte, miedo a tenerte, no querer equivocarse, aspirar a no conformarse.
Ya no soy si no es contigo, mi rumbo es tu camino, compartir tus sentimientos, tus pasiones, tus sueños. Vivir amándote es amar mientras vivo porque aunque no estés, existirás conmigo.
No rechaces lo irresistible, no impidas lo ineludible, pues aunque tu mente se resista, sabe que ha perdido. Mi alma encontró a su gemela. Tu corazón ya me pertenece.


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